
[Esta es la traducción de un blog post por el Dr. Carl Toney que puede encontrar aquí.]
Desafortunadamente, con demasiada frecuencia los cristianos piensan que tenemos nuestro propio lenguaje especial, y olvidamos que los creyentes del primer siglo simplemente usaban términos ordinarios para describir su nueva fe. Por ejemplo, la lente cultural más amplia del patronazgo y el honor ofrece una importante visión de los términos clave del Nuevo Testamento de «gracia» (charis) y «fe» (pistis).
Las relaciones basadas en el estatus fueron fundamentales para la sociedad romana (ver Cicerón, De Offic. y Séneca, Ben.) Entre iguales, se valoraba la amistad y se intercambiaban beneficios mutuos e iguales. Cicerón (Off. 1.56) escribe, «Otro fuerte vínculo de compañerismo se efectúa por el intercambio mutuo de servicios bondadosos, y mientras estas bondades sean mutuas y aceptables, aquellos entre los que se intercambian están unidos por lazos de intimidad duradera».
Sin embargo, las relaciones con aquellos de diferente estatus se guiaban por las relaciones patrón-cliente. Aquellos con un estatus inferior eran los «clientes» que buscaban beneficios de aquellos con mayor poder, honor y riqueza que eran los «patrones». Los esclavos liberados normalmente se convertían en clientes de sus antiguos amos. El deber del patrón era proteger a sus clientes de los enemigos poderosos así como proporcionarles ayuda legal, y el honor se ganaba a través del aumento de su número de clientes. A cambio, los clientes debían respeto y deferencia a sus patrones. Los clientes atendían a sus clientes públicamente, como esperando en las salas de recepción en las horas de la mañana o acompañando a su patrón por la ciudad durante todo el día.
Además, los ricos proporcionaban beneficios públicos como la organización de eventos como festivales religiosos, celebraciones locales y competiciones atléticas. También se esperaba que mejoraran la infraestructura de la ciudad, como templos, teatros, carreteras y pórticos. Proporcionaban ayuda en épocas de hambruna o de socorro en casos de desastre. En respuesta, la ciudad otorgaría honores públicos, inscripciones, estatuas e incluso sacrificios conmutativos a los dioses en reconocimiento de la generosidad del donante. El máximo benefactor público del Imperio era el emperador romano.
Entender el patronazgo y el honor nos ayuda a entender más términos clave del Nuevo Testamento como «gracia» (charis) y «fe» (pistis). «Gracia» (charis) puede simplemente referirse al «regalo» o beneficio dado por un patrón a un cliente. Más conceptualmente, «gracia» también se entiende en términos de la voluntad o generosidad de un patrón para conceder un beneficio como un favor. Así, Aristóteles (Rhet. 2.7.1) escribe: «La gracia (charis) puede definirse como la ayuda a alguien en necesidad, no a cambio de nada, ni para el beneficio del propio ayudante, sino para la persona ayudada».
«Gracia» (charis) también se refiere a la respuesta de gratitud del cliente por el regalo (por ejemplo, Demóstenes, Cor. 131). Esta función recíproca de gracia entre el patrón y el cliente puede resumirse con expresiones como el comentario de Sófocles (Ajax 522), «El favor (charis) siempre está dando a luz al favor (charin)». Mientras que la mayoría de las ocurrencias de charis se traducen como «gracia» en el Nuevo Testamento, vemos esta respuesta recíproca en las ocasiones en que se traduce charis como «gracias» como «gracias (charis) sean dadas a Dios» (2 Cor 8:16).
Curiosamente, la respuesta adecuada al » regalo, gracia» (charis) de un benefactor se describía en términos de «fe» o «lealtad» (pistis; Lat. fides). En el contexto del patronazgo, la «fe» de un cliente se entendía como la expresión de «confianza» en la capacidad del patrón para proporcionar el beneficio, así como «lealtad» al patrón por proporcionar el regalo. Cuanto mayor sea el regalo, mayor será la obligación del cliente de dar la respuesta adecuada.
Así, los autores del Nuevo Testamento utilizan y desafían este sistema de beneficencia humana al describir a Dios como el benefactor supremo cuyo » regalo, gracia» (charis) de salvación se otorga a la humanidad como sus clientes, de los que se espera que respondan con «fe» (pistis) expresada en «confianza» y «lealtad». Para los autores del Nuevo Testamento, la salvación no es tanto un regalo gratuito otorgado a la humanidad, sino que la muerte y la resurrección de Cristo ofrecen a la humanidad un regalo inestimable, que no puede ser ganado debido su valor incomparable. La única respuesta adecuada a este regalo es aceptarlo por fe, expresada en confianza y lealtad. Y al aceptar este regalo, todas las demás lealtades se realinean y se someten al Señorío de Cristo.
Esta anotación proviene de mi introducción al Nuevo Testamento, New Testament Foundations, en co-autoría con Ralph Martin. https://www.amazon.com/New-Testament-Foundations-Introduction-Students-ebook/dp/B07M7FSBF3/ref=sr_1_1?dchild=1&keywords=toney+martin+new+testament&qid=1600790215&sr=8-1
Otro gran recurso que profundiza en la salvación como fidelidad/lealtad es el libro Gospel Allegiance de Matthew Bates. https://www.amazon.com/Gospel-Allegiance-Misses-Salvation-Christ/dp/1587434296/ref=sr_1_2?crid=370672ZWE9LPD&dchild=1&keywords=salvation+by+allegiance+alone+by+matthew+w.+bates&qid=1600790413&sprefix=bates+salvation+b%2Caps%2C228&sr=8-2
Imagen: Dominio Público- https://en.wikipedia.org/wiki/Patronage_in_ancient_Rome#/media/File:Tabula_Patronatus_Bocchorus_(AD_6)_-_Serra_Ferragut.jpg